Al hacer una revisión de mi vida como cristiano a veces he tratado de reflexionar sobre mis logros, lo cual es equivalente a golpearme yo mismo con una toalla mojada, pues no puedo evitar el darme cuenta que mis logros son ningunos, nada, cero, nulos, vacíos, como si nunca hubiese hecho nada.. Y me golpeo en la cabeza al darme cuenta de que mucho de mi tiempo lo desperdicio en cosas triviales, mientras que todo el planeta continúa acercándose cada día más al borde de la autodestrucción.
Mientras maquillamos el sacrificio de Jesús en la cruz, mientras hacemos de su sacrificio en un pequeño y atractivo adorno el cual tendemos a llevar alrededor de nuestro cuello o colgar en la pared de la casa, preferimos olvidar que el lugar donde Jesús fue clavado en la cruz era un basurero, un lugar donde la gente solía llevar sus residuos, un lugar donde era arrojada la basura, fuera de la vista, para evadir el olor repugnante y el aspecto antiestético de la podredumbre y la decadencia.
Extrañamente. El aspecto nauseabundo de ese lugar llamado Gólgota, nos refleja una imagen clara de la condición espiritual del mundo de hoy.
Y viendo al mundo a través de los ojos de los medios de comunicación, su fétido olor y su aspecto deteriorado, me hacen temblar en la desesperación, ante la realización de mi impotencia para restaurar el que fue una vez un hermoso paraíso, creado por Dios para nuestro deleite.
Es irónico que hace varios años yo solía viajar como turista a muchos lugares del mundo y vivía maravillado de la hermosura de nuestro planeta. Luego tuve que retornar como misionero, a vivir en República Dominicana por tres años. Allí el Señor me permitió ver una imagen mas clara de la realidad. En el camino desde el aeropuerto a cada balneario o zona turística de Santo Domingo, las calles están limpias, los edificios son elegantes y bien cuidados, las tiendas están bien iluminadas y organizadas, y todo es encantador. Entonces nos movemos fuera de las carreteras principales hacia las calles y barrios aledaños, y vemos la pobreza y la miseria y la corrupción y la decadencia y la suciedad. Y todos los países del mundo, hasta donde mis ojos han podido ver son exactamente lo mismo.
Mas las condiciones en la que se encuentra cada uno de los países que he visitado, no es más que un reflejo de su condición espiritual. Vestidos en religiosidad e idolatría, se ven limpios y atractivos en el exterior, pero "llenos de huesos de muertos y suciedad en el interior" Mateo 23:27)
Y entonces medito en la conversación de Jesús con sus discípulos en el lugar llamado Sicar, en Samaria. "¿No tienen un dicho:" Es todavía cuatro meses hasta la cosecha? Yo te digo: Alzad vuestros ojos y mirad los campos! Porque ya están blancos para la siega. "(Juan 4:35)
Y es esta realización la que me despierta y me atormenta, mientras camino en este valle de huesos secos, y no tengo una palabra profética que les de vida. Cuando miro a las calles y centros comerciales y tiendas y bares y los lugares de corrupción llenos cada noche de sábado con las almas en busca de una salida a su miseria, y no se dan cuenta de que aquel que es fuente de agua viva que brota para la vida eterna está esperando en la puerta, listo para responder a todo aquel que clame por su nombre.
Y sé que puedo hacer más, mucho mas, porque soy un ungido del altísimo, y la carga de Jesús por las almas era más grande que cualquier otra carga en su caminar por la tierra, esta es la carga que le llevó a la cruz.
Justo antes de hablar de la cosecha Jesús dijo; "Mi alimento es hacer la voluntad del que me envió y terminar su obra" (v 34)
Y aunque hago un montón de malabares y trucos e ilusiones que me hacen parecer muy ocupado en las cosas del Señor, ¿estoy haciendo realmente lo mas importante? Pues ayudar a los pobres y los enfermos y las viudas y los huérfanos siempre será trabajo importante, pero ¿cuánto valor tiene este trabajo para la vida eterna? Si doy de comer a una persona hambrienta podría salvar su vida, pero si no le doy la comida con que yo he sido alimentado, el alimento que mi padre me dio a través de su hijo Jesucristo, yo no le estoy haciendo ningún favor, pues mañana esta persona volverá a tener hambre.
Jesús dijo: "Yo tengo una comida que comer, que vosotros no sabéis" (v 32) y este es el alimento con el cual quiero alimentar a todo el que este a mi alcance, alimento que restaura el cuerpo y el alma, alimento que renueva nuestra manera de pensar y da nueva forma a la actitud de nuestra mente, alimento que satisface nuestra hambre espiritual y nos da una nueva visión, una nueva familia, una nueva ciudadanía, y un nuevo propósito.
Jesús dijo: "Incluso ahora, el que siega, recibe salario y cultiva frutos para la vida eterna, de modo que el sembrador y el segador puedan ser ambos felices." (V 36)
Este es el salario que quiero estar recibiendo, y la comida que quiero estar comiendo, y dando de comer a cada persona con la cual pueda entran en contacto, estar haciendo la voluntad de aquel que envió a Jesús, y que me ha enviado a mí también, de modo que pueda yo continuamente estar cosechando frutos para la vida eterna. Porque Él me dio un mandamiento: "Id y haced discípulos de todas las naciones" (Mateo 28:16)
Y me doy cuenta de que consistentemente me quedo corto de sus expectativas, aunque el no me lo tome a cuenta. Pues por su maravillosa gracia he sido salvo, mediante la fe en su hijo Jesucristo, y en lugar de compartir este increíble regocijo a toda voz, y hacer el mundo un poco menos oscuro con cada alma rescatada, me dejo arrastrar por la pereza, y eso me duele. Y ruego a mi padre que me de más de su sabiduría, y más de este denuedo que me llena de ganas de evangelizar hasta que duela.
Y él me hace esta pregunta, ¿qué vas a hacer con ello? ¿De qué serviría que te de más de lo que ya tienes, si no estás haciendo suficiente con ello?
"pues a aquel que tiene se le dará más, y tendrá en abundancia. Pero al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado "(Mateo 13:12)
Gracias Señor por abrirme los ojos, y permitirme ver cuánto más todavía puedo hacer con los dones que me has dado, y cuánto más bendecido puedo ser mientras me muevo en tu reino y me convierto en un verdadero testigo de tu majestad y tu gracia.
Rev. José Antonio Luna
Siervo de Cristo Jesús