En la mayoría de los países del mundo, cuando una persona nace en este país, él o ella reciben automáticamente la ciudadanía de ese país independientemente de la procedencia de sus padres. Pero igualmente Las leyes de la mayoría de los países del mundo establecen que los hijos de sus ciudadanos son ciudadanos, independientemente del lugar en que nazcan.
Este es el mismo caso de cada cristiano nacido de nuevo, de cada persona que profesa su fe en Cristo Jesús y lo sigue fielmente
Y esto es así, porque a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios, hijos no nacidos de la descendencia natural, ni de la decisión de la sangre o la del hombre, sino que nacidos de Dios. (Juan 1:12-13)
Y cuando usted es un ciudadano de una nación, usted tiene todos los derechos y privilegios otorgados por ese país a sus ciudadanos.
Tenemos el caso de Pablo en Jerusalén, después de ser atacado por una turba y rescatado por los soldados romanos, (Hechos 21:30-32) el comandante romano ordenó que él fuera azotado. Sin embargo, cuando Pablo mencionó que él era un ciudadano romano, no sólo no fue él azotado, pero todos estaban en temor por haber maltratado a un ciudadano romano y lo trataron con todos los derechos y privilegios de su ciudadanía. (Hechos 22:24-29)
Tenemos el ejemplo actual de las revueltas en Egipto y Libia, cuando esta crisis surgió en estos países, los gobiernos de todos los países del mundo se apresuraron a extraer a sus ciudadanos del peligro y llevarlos de vuelta a sus países o a un lugar seguro.
El Rey de Reyes, nuestro Señor Dios todopoderoso, tiene todo el deseo de mantenernos seguros, a salvo, mientras vivimos en esta tierra peligrosa en estos tiempos difíciles, después de todo, Él es nuestro padre.
Por cuanto sois hijos, Dios envió al Espíritu de su Hijo en nuestros corazones, el Espíritu que clama, “Abba, Padre" Así que usted ya no es un esclavo, sino hijo, y ya que usted es un hijo, Dios le ha hecho también un heredero. (Gálatas 4:6-7)
Y porque Él es nuestro padre, y porque hemos nacido de su Espíritu, somos ciudadanos del cielo, y pertenecemos al Reino de Dios (Filipenses 3:20) y no tenemos ningún motivo o razón para estar afanándonos con las cuestiones de esta tierra.
Ciertamente vivimos en este país, cualquiera que sea el país en que vivimos, y estamos obligados a obedecer sus leyes, seguir sus reglas, y estamos expuestos a las cosas buenas y malas que suceden en este país, por lo que es nuestro deber defenderlo, protegerlo, y trabajar para hacerlo un lugar mejor.
Pero tenemos una garantía que nos es dada cuando sometemos nuestra vida al conocimiento de Cristo, tenemos una ciudadanía que no es de este mundo, estamos llamados a vivir identificados con nuestra verdadera identidad.
Romanos 12:2 dice: "No os conforméis a los patrones de este mundo, sino se transformado mediante la renovación de tu mente. Entonces, podrás comprobar cuál es la voluntad de Dios, buena, agradable y perfecta.
Y este es nuestro verdadero objetivo como hijos y herederos de Dios y ciudadanos de su Reino, ajustarnos al modelo de Jesús, y seguir el ejemplo del buen Pastor, caminar en el sendero estrecho, y vivir de acuerdo a la voluntad de nuestro padre. Alabado sea siempre su santo nombre!
La Biblia dice en la primera carta de Pedro que somos un pueblo escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para proclamar las obras maravillosas de aquel que nos llamó de las tinieblas a su luz admirable. (1 Pedro 2:9) y como tal debemos actuar, y vivir, y caminar por esta vida transitoria, con el claro entendimiento de que nuestro verdadero hogar está a la espera de nosotros y que por nuestra conducta pecaminosa nos arriesgamos a ser impedidos de entrar a nuestra verdadera nación, y terminar estancados en el reino de las tinieblas, donde toda la eternidad es la ausencia de Dios y la presencia del mal en su estado mas puro.
Nada realmente importa mucho en esta tierra, todo es una fachada, una gran ilusión que busca mantenernos distraídos de las cosas que realmente importan.
Queridos amigos, os ruego como a extranjeros y peregrinos en este mundo que sois, que se abstengan de los deseos pecaminosos que batallan contra el alma. Y vivan una vida tan recta entre los paganos que, aunque los acusen de hacer el mal, sea posible que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a Dios en el día de la salvación. (V. 11-12)
La Biblia nos enseña que si alguno está en Cristo, nueva criatura es (1 Corintios 5:17)
Por tanto como nuevas criaturas que sois, como recién nacidos ciudadanos del cielo, y como hijos de Dios, vamos a seguir las cosas del espíritu, haciendo honor al don gratuito de Dios, para que su gracia continúe abundando en nosotros y seamos una verdadera luz para el mundo.
Con mis bendiciones, en el nombre de Jesús
Rev. José A. Luna
Siervo de Cristo Jesús