Quienes iran al Cielo?

Mientras leía de las noticias de primera plana esta mañana, me encontré con una galería de fotos de las gentes "famosas" que han muerto este año, y me detuve en 102. Esta lista está compuesta por políticos, actores, cantantes, escritores, periodistas, etc., y no pude dejar de meditar sobre esta pregunta.
¿Cuántos de los que figuran en esa galería están en realidad en el cielo?
Como la cultura occidental común lo tiene, "todo el mundo va al cielo" y este punto de vista es muy promovido en Hollywood; películas como "Ghost", "Ghost Dad", y "Over her dead body", vienen a mi mente como puntos de referencia.

Sin embargo, ¿Qué tan acertado está el mundo sobre este acomodamiento cultural? Preguntado al respecto, la persona promedio nos dirá que él o ella es lo suficientemente bueno y el cielo es un lugar adecuado para ellos cuando mueran, sin embargo, cuando se les pregunta acerca de su certeza a este respecto, nadie es capaz de dar una respuesta definitiva.
Ahora bien, si pensamos detenidamente en ello. Suena absurdo que una persona esté dispuesta a vivir en esta tierra por unos 80 o 90 años, sin una certeza acerca de su morada eterna.
El giro que la época actual postmoderna ha traído a esta incertidumbre es la negación rotunda de un más allá, a medida que más y más jóvenes han optado por la visión menos estresante de que esta vida es todo lo que hay, y debemos vivirla al máximo.
Pero esto nos trae otra pregunta, si esta vida es todo lo que hay, ¿por qué molestarse? ¿Por qué no vivir con temeridad y fuera de control?
No necesitamos entrar en profundos estudios de filosofía o psicología para darnos cuenta de que los seres humanos están programados para el auto-desarrollo y el progreso, para el crecimiento personal y el aprendizaje, y para la interacción social y el desarrollo social. Esto plantea la pregunta, ¿por qué habríamos de tener el deseo de estudiar y aprender y crecer si esta vida es todo lo que hay? simplemente no tiene sentido.
Con esto en mente, debemos volver a la pregunta original, ¿cuántos de los que figuran en esa galería están en realidad en el cielo? O más bien, ¿cuántos de los que mueren todos los días en realidad van al cielo?
Estamos asumiendo que hay un cielo! Porque si no, tendríamos que asumir alguna otra visión del mundo que nos enviaría a profundos análisis los cuales caen fuera de la finalidad de esta nota.
Así que, si hay un cielo, hay un Dios que gobierna el cielo y determina quién entra allí y quién no, ¿Cierto?
En realidad, eso no es exactamente correcto de acuerdo a la cosmovisión bíblica. Y baso mis apuntes en la cosmovisión bíblica, porque de las tres religiones basadas en creencias monoteístas, el Islam y el judaísmo, así como la mayoría de otras religiones en el mundo sostienen que cada persona tiene que ganarse el derecho a entrar en el cielo, en otras palabras, sus hechos determinan si van a ir al cielo o no, lo que nos trae a las creencias comunes de la civilización occidental. De acuerdo con la cosmovisión bíblica, nosotros elegimos si vamos al cielo o no.  
Me explico.
Somos una sociedad relacional, a pesar de que se nos ha enseñado el trabajo arduo con el fin de obtener el reconocimiento, la calidad de nuestro trabajo nos pone en buena posición en la escuela y nos ayuda a escalar en el trabajo y en la vida, etc.
Pero cuando se trata de relaciones, no hay tal cosa como una transacción, se trata de la interacción y la participación y el compartir y dar entre las personas. Cuando se trata de la familia, lo que es común es que nos amemos unos a otros, y se nos enseña a preocuparnos por los demás y hacer cosas para agradarnos a unos de otros, etc.
Un padre, por ejemplo, no mide su amor por sus hijos en lo bien que avanzan en la escuela o las labores que hacen para ganarse el amor, el amor del padre existe en su corazón, sin condiciones. Por supuesto, como padres queremos que a nuestros hijos les vaya bien, que crezcan y desarrollen su autoestima y sean valiosos para la sociedad, pero si un niño toma caminos equivocados, esto no cambiará el amor de su padre, de hecho, les amamos más a causa de sus deficiencias, podríamos no estar satisfechos con la forma en que están viviendo, pero aun así les amamos, incluso podríamos terminar entregándolos a la justicia si se ven involucrados en actividades delictivas, por su propio bien, pero todavía les amamos, todavía anhelamos una relación sana con ellos, y buscamos de ellos y nos preocupamos por ellos y tratamos de darles lo mejor de nosotros. Por supuesto, este no es siempre el caso, pero es lo que es normal.
La Biblia nos enseña que Dios es nuestro padre. Y como nuestro padre, Él se preocupa por nosotros, Él quiere lo mejor para nosotros, pero nos hemos alejado de Él, Le hemos dado la espalda y rechazamos su deseo de relacionarse con nosotros, Él busca reconciliarnos con Él, pero en general estamos demasiado ocupados para prestarle atención.
Ahora bien, Dios, nuestro padre, es un Dios perfecto, Él es un Dios de amor, pero también es un Dios de rectitud y justicia, y por mucho que nos ama, Él no puede permitir el pecado en su presencia, y todos nuestros esfuerzos por hacer bien y llevar a cabo una vida pura nunca serán suficiente para llegar a Él.
Pues por cuanto estamos rotos, hay un gran abismo entre Él y nosotros. Pero debido a que Él todavía quiere una relación con nosotros, Él ha provisto un camino, una forma de cerrar la brecha entre nosotros y Él, Él tomó sobre sí mismo el castigo por los pecados que hemos cometido, Él vino a la tierra en la forma de hombre , y vivió la vida de un hombre, en la carne, y se expuso a todos los requisitos de la ley, y Él obedeció cada uno de ellos y vivió una vida perfecta, una vida totalmente justa, para convertirse en el cumplimiento de los requisitos que nosotros necesitamos para llegar a Él.
Una vez que había hecho eso, Él permitió ser puesto a través del tormento, y clavado en una cruz, para en ella poder llevarse con Él cada uno de los pecados que hemos cometido en nuestra vida. Así que tomando con Él todos nuestros pecados, Él fue capaz de darnos a nosotros la justicia perfecta que Él había vivido, para que con esta justicia pudiésemos venir delante de Dios y cerrar la brecha y ser reconciliados con Él y de ahora en adelante podemos tener una relación perfecta con Él. Aleluya.
Entonces, así es como vamos al cielo. Pero hay un detalle. Con el fin de que la justicia sea aplicada a nosotros, tenemos que quererla, tenemos que estar dispuestos a creer que Él hizo todo esto por nosotros, y aceptar ese regalo, ese regalo incondicional y precioso. Todo lo que necesitamos hacer es pedir. Y si le pedimos, y creemos, y optamos por recibir ese regalo y seguir fielmente al dador de este regalo, nuestro Señor Jesucristo. Entonces las puertas del cielo están abiertas para nosotros, por toda la eternidad
Así, sobre la base de esta declaración, ¿cuántos de los que figuran en esa galería estan en realidad en el cielo?
La respuesta a esa pregunta está en ellos y en Dios, porque sólo Él sabe, y ahora ellos, porque nuestra relación con Dios el padre, es personal e individual, uno a uno, sin embargo, aquellos de entre ellos que no tenían una relación con el padre, a través de su hijo Jesucristo, no llegaron al cielo.
Pero ahora ya sabes lo que tienes tu que hacer, para la vida eterna una vez que esta vida ha terminado.
Rev. José A. Luna
Un siervo de Cristo Jesús
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