El Espiritu de Verdad!

Mientras Jesús se preparaba para su partida, hizo a los discípulos una promesa trascendental, la promesa de que nos enviaría un consejero el cual estaría con nosotros para siempre. Él lo llama el Espíritu de Verdad. (Juan 14:16-17) Este es el Espíritu Santo, el mismo que cubrió a Jesús en su bautismo, el mismo Espíritu Santo que se movía sobre las aguas en el momento de la Creación, el mismo Espíritu que, como había prometido Jesús, vino a los discípulos en el día de Pentecostés y transformo sus temores en audacia.
El Espíritu Santo es el ejecutor, el es quien lleva a cabo las políticas y regulaciones del Dios trino,
Aunque la Biblia nos enseña las indistinguibles marcas que separan al Padre, Hijo y Espíritu Santo, la identidad del Espíritu Santo no es tan obvia como la del padre y del Hijo.
Porque Dios es omnipresente y omnisciente, y su gobierno providencial del universo lo ejecuta a través del Espíritu Santo.
La Biblia nos enseña que somos "Nacidos del Espíritu" (Juan 3:5-7), somos "santificados por el Espíritu" (2 Tesalonicenses 2:13) y recibimos dones como determinado por el Espíritu (1 Corintios 12:7 – 11), y todos somos bautizados por un mismo Espíritu.
Ahora bien, pretender entender la forma en que el Dios trino opera a través del Espíritu sería una tontería. Por un lado se nos enseña que Dios es uno, pero desde el principio de la creación la pluralidad de Dios se ve en acción cuando Dios habla Su creación (Jesús) y el Espíritu de Dios flota sobre las aguas.
Por otra parte, el Espíritu Santo no es tan claramente identificado como el padre y el hijo, porque él es llamado "el Espíritu de Dios" "el Espíritu de Cristo" y muchos otros nombres, y sus características son a la vez personal e impersonal. Por ejemplo, la Biblia nos enseña a orar a Dios e incluso a Jesús, pero no al Espíritu Santo, sino orar en el Espíritu (Efesios 6:18), o a través el Espíritu (Judas 20). La Biblia nos enseña a adorar a Dios, y a Jesús, pero no a adorar al Espíritu Santo, pero a la adoración "por el Espíritu de Dios (Filipenses 3:3).
Sin embargo, a pesar de que en muchas ocasiones la identidad del espíritu no es del todo clara, todas las referencias al Espíritu Santo por parte de Jesús y los apóstoles son siempre como una persona.
Por ejemplo, en Juan 16:13 Jesús habla del Espíritu de Verdad, sin embargo se refiere a Él, como persona y no como una cosa. Y aunque la palabra griega para espíritu es neuma, que es un género neutro, la referencia griega misma no lo identifica como un resultado neutro, sino como una persona, él o de él.
Y al mirar más detenidamente nos daremos cuenta de que en todas las referencias ni Jesús ni los apóstoles se refieren al espíritu sin una referencia a Dios el Padre o al Cristo.
"Pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros y estará en vosotros. No os dejaré huérfanos; vendré a vosotros "(Juan 14:17 b-18)
La persona del Espíritu Santo es distinto de Jesús y es al mismo tiempo Jesús. En otras palabras, Cristo mora en nosotros a través del espíritu. (Colosenses 1:27)
Jesús les dice a los discípulos: "Si alguno me ama, obedecerá mi enseñanza. Mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos morada en él: (Juan 14:23). Por lo tanto, es por el Espíritu Santo que estamos en Cristo y Cristo está en nosotros.
Romanos 8:9 nos da el ejemplo perfecto de esta dualidad, ya que dice que no somos controlados por la carne, sino por el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en nosotros. Y cualquier persona que no tiene el Espíritu de Cristo no pertenece a Cristo.
Y va aun más allá al decir que si el Espíritu de Aquel que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en vosotros, Aquel que resucitó a Cristo Jesús de entre los muertos dará también vida a vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros. (V. 11)
Estos bellos pasajes nos dan una idea clara de la obra de Cristo Jesús y de Dios el Padre en nosotros por medio y a través del Espíritu Santo., Pues donde el Espíritu Santo está, allí están también el padre y el hijo.
Por el Espíritu Santo, oramos al padre, y estamos en Cristo, y Cristo y el Padre está en nosotros. El Espíritu Santo nos convence, nos aconseja, nos guía, nos enseña y revela a Cristo en nosotros, somos bendecidos por el Espíritu, llenos del Espíritu, caminamos en el Espíritu, y somos dotados por el Espíritu de Cristo. En esencia, el Espíritu Santo es Aquel en quien vivimos, nos movemos y tenemos nuestro ser (Hechos 17:28).
La experiencia de la vida que vivimos en Dios, la vivimos por el Espíritu de Dios, el Espíritu de Cristo, el Espíritu de Verdad, el Espíritu que hace realidad nuestro caminar en Cristo, que da a cada cristiano aquella sensación de seguridad, de alegría, Aquel entendimiento sobrenatural de que más allá de todas las circunstancias, servimos a un Dios vivo, que ha prometido que nunca nos dejará ni nos abandonará.
El Espíritu de verdad es el portador de la verdad, y el que hace realidad en nuestro presente la gloria futura en la presencia del Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo.
Que el Espíritu Santo te de la Facultad de conocer toda la verdad!

José A. Luna
Siervo de Cristo Jesús

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