Sed sobrios y velad. Su enemigo el diablo, ronda como león rugiente, buscando a quien devorar. Resistidle, manteneos firme en la fe, pues sabéis que vuestros hermanos en todo el mundo están soportando la misma clase de sufrimientos. (1 Pedro 5:8-9)
No pasa un día que yo no le ore a Dios para que me libre de las tentaciones, de hecho a menudo durante el día continuo recordando y pidiendo al Señor que me dé fuerza, y sin embargo en ocasiones peco. Y sí, estoy la bendecido, porque hay un hombre en el reino de los cielos que bebió la Copa de Justicia, que tuvo que tragar la ira de su padre en contra de Él como un vino amargo, y que llevó los pecados del mundo hasta el mismo infierno, y allí los arrojó a los pies de Satanás y le dijo; el precio ha sido pagado, ahora ellos me pertenecen a mí.
Sin embargo, tengo que recordar cada minuto de mi vida esa copa preciosa, tengo que recordarme a mí mismo constantemente que Dios me ha dado un valor tan alto, que no puedo venderme barato, y los ridículos pecados, y las tentaciones mundanas son una ganga insensata del diablo, cuando entiendo la gloria que me espera en el cielo.
En cuanto a mí, que nunca me gloríe, sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por quien el mundo ha sido crucificado para mí, y yo para el mundo. (Gálatas 6:14)
La tentación es una carga que tenemos que llevar con nosotros por el resto de nuestra vida carnal, sin embargo, podemos llevar esta carga mucho más fácil, hacer que sea mucho más ligera, a medida que aprendemos a verla como una oportunidad, en ves de una carga, una oportunidad de probar y fortalecer nuestra fe y nuestro compromiso con Cristo Jesús, una oportunidad de aprender acerca de nuestras debilidades y la manera de mantenerlas en sumisión, y una oportunidad de decirle al diablo que está perdiendo su tiempo con nosotros, porque tenemos los ojos puestos en Jesús.
Porque Él mismo padeció siendo tentado, Él es poderoso para ayudar a los que son tentados. (Hebreos 2:18)
Nadie está exento de esta carga, y nadie puede escapar de este tenebroso monstruo que siempre está tratando de devorarnos.
Jesús dijo a Pedro: "Simón, Simón, Satanás ha pedido tamizarlos a ustedes como el trigo. Pero yo he orado por ti, Simón, para que tu fe no desfallezca. Y cuando hayas vuelto a mi, confirma a tus hermanos". (Lucas 22:31-32)
Y, sin embargo, a pesar de esta advertencia, Pedro cayo bajo la presión y cometió un pecado que debió haberle condenado a la maldición eterna, pues Jesús dijo: "Y a cualquiera que me niegue delante de los hombres, yo también le negaré delante de mi Padre en el cielo." (Mateo 10:33)
Sin embargo, en un verdadero arrepentimiento, Pedro retornó a los pies de Jesús, y fue restaurado.
Pablo dijo: pero veo otra ley trabajando en los miembros de mi cuerpo que hace guerra contra la ley de mi mente y me hace prisionero de la ley del pecado, que obra en mis miembros. ¡Qué desgraciado soy! ¿Quién me librará de este cuerpo de muerte? Gracias a Dios, por Jesucristo nuestro Señor! (Romanos 7:23-24)
Sin embargo, mas adelante, cuando él entendía que sus días estaban llegando a su fin, pudo decir:
He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. Y hay preparada para mí la corona de justicia que el Señor, el juez justo, me otorgará en aquel día, y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida. (2 Timoteo 4:7-8)
A nosotros, como seguidores de Cristo Jesús, se nos ha dado un gran regalo, y una gran oportunidad para honrar al Padre, para dar gloria a Dios cada vez que somos tentados, pues podemos mantenernos firmes en nuestra convicción y derrotar las maquinaciones de Satanás, (Efesios 6:10-18))
Y a medida que aprendemos a protegernos de la tentación, crecemos, ya medida que crecemos, es más fácil evadir los dardos del enemigo.
Por lo tanto, si usted piensa que está firme, tenga cuidado de no caer! No os ha sobrevenido tentación, excepto lo que es común al hombre. Y fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir. Pero cuando llegue la tentación, os dará también una salida para que pueda ponerla bajo sus pies. (1 Corintios 10:12-13)
Nuestro Señor Jesucristo conocía la necesidad que teníamos de entender los desafíos que estarían por delante de nosotros mientras Él se preparaba para partir, mientras él estaba a punto de ser arrastrado entre cadenas. Así que le dio a sus discípulos este último consejo: "Velad y orad, para que no caigan en tentación. El espíritu está dispuesto, pero la carne es débil. "(Marcos 14:38)
Así que vamos a seguir su consejo, vamos a velar y orar, y estar siempre alerta, dispuestos a resistir los vientos de la corrupción, los momentos de debilidad, entendiendo que en nuestras propias fuerzas no tenemos la capacidad necesaria para luchar contra la tentación, pero tenemos el Espíritu de Dios en nosotros, quien nos da el poder para derrotar cualquier circunstancia por muy imposible que esta nos parezca.
Bienaventurado el varón que soporta la tentación, porque cuando haya resistido la prueba, recibirá la corona de vida que Dios ha prometido a los que le aman. (Santiago 1:12)
Digo, pues: Andad en el Espíritu y no satisfagáis los deseos de la carne. (Gálatas 5:16)
Pues todo el que nace de Dios vence al mundo. Esta es la victoria que ha vencido al mundo: nuestra fe. (1 Juan 5:4)
Dios les bendiga a todos
Rev. José A. Luna
Siervo de Cristo Jesús