Mientras floto en las aguas de tu paz,
mientras vuelo en las alas de tu compasión,
Sonrío oh Señor, y cierro los ojos al sentir tus manos
deslizándose suavemente a través de mi espalda y acercándome a ti.
Y me acurruco entre tus brazos en alegre abandono,
Mientras confiadamente reto mis cadenas a atarme,
mientras reto con denuedo mis luchas terrenales.
Y sonrío al entender precioso Señor
que el dulce aroma de tu amor
que invade los sentidos de mi alma,
es más grande que cualquier subida o caída,
que cualquier día brillante o noche oscura.
Cuando las aguas turbulentas de mis temores,
y la furia de los vientos de mis desesperaciones
amenazan con tambalearme y tirarme y sacudirme y lanzarme por la borda,
tu te sientas entretenido y tranquilo, sonriendo y descansando, descanso y sonriendo,
mientras me atrapas firmemente de la mano y me dejas saber que estás aquí,
y no hay tormenta,
no hay fuerte viento,
no hay aguas salvajes o elevadas olas,
que puedan tirarme o tambalearme o sacudirme o lanzarme por la borda,
porque tu fuerte mano nunca me soltara,
y tu barco nunca zozobrara.
Y sonrío y descanso, y descanso y sonrío,
mientras reto con confianza a los vientos y las olas,
y vuelvo a descansar entre sus brazos.
José Luna.
"La paz os dejo, mi paz os doy.
Yo no la doy como la da el mundo.
No se angustien
y no tengan miedo." (John14: 27)