Hace un par de noches estuve mirando brevemente un popular programa en la televisión secular llamado American Idol, y miraba como al cerrar, esta temporada, como ellos le llaman, se estaba presentando un cierto tipo de reconocimiento a la persona que ha producido el espectáculo por los últimos diez años.
Mientras las imágenes escapaban de la pantalla, yo reflexionaba acerca del título del programa, y lo bien que este encaja en lo que estas personas hacen. Al mismo tiempo meditaba sobre la manera en que el mundo ha destrozado, escupido, pisoteado, y defecado sobre el primer mandamiento de Dios. No pude evitar ver en mi mente imágenes de personas recibiendo medallas, placas, lazos y coronas. Igualmente pasaban por mi mente imágenes de adulación y adoración y reverencia e idolatría de personas de carne y hueso, de personas falibles como tú y yo.
La idolatría de seres humanos se ha convertido en una empresa tal, que hoy día las universidades y las escuelas de estudios superiores han desarrollado especialidades, maestrías y doctorados en el campo de esta materia.
Y la gente puede ir a la escuela y recibir entrenamiento para convertirse en expertos en hacer grandes ídolos de cualquier Pedro o Juan.
Sólo en los Estados Unidos, podríamos señalar a Hollywood, Las Vegas y Broadway, como perfectos ejemplos de lugares especializados en fabricar "estrellas".
Hoy día Tenemos la "industria del entretenimiento", la cual ya se ha dividido en sub sectores como la “industria de la Música" o “la industria del Cine" o “la industria de los Deportes" y podríamos seguir enumerando muchas otras “industrias” dedicadas a tal propósito
En todos los campos imaginables hemos instituido un sistema no sólo para exaltar la capacidad, o las cualidades naturales o aprendidas de seres humanos ordinarios, sino hacer de ellos “dioses”. Y nos hemos dedicado descaradamente a esta tarea con regocijo, como si fuera una gran cosa la que estamos haciendo, como si no hubiese pecado en ello, especialmente el pecado mas aborrecido por Dios.
Lo más espeluznante de esta despreciable práctica es que los “evangélicos” la han importado al cuerpo de Cristo. Hoy nos encontramos con que cada denominación cristiana ha sido infectada por esta nauseabunda enfermedad, y podemos identificar entre los “hermanos” cristianos, "Músicos", "evangelistas", "apóstoles" e incluso "pastores": quienes están siendo adorados por sus seguidores y quienes de buena gana y sin vergüenza alguna aceptan tal adoración.
Es suficientemente grave que el mundo haya rechazado a Dios y a nuestro Señor Jesucristo de manera flagrante con esta practica inmunda, pero el hecho de que nosotros estemos, no sólo siendo imitadores del mundo, pero igualmente practicando tales aberraciones, Amerita un grito de ira y de protesta por parte de los santos.
Yo no me avergüenzo del evangelio. "Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela, una justicia que es por fe de principio a fin, tal como está escrito:" El justo vivirá por la fe "(Romanos 1:17)
Y es que la justicia de Dios me hace avergonzarme de tener que gritar al mundo que existe tal práctica entre los cristianos. aunque son aquellos que practican tal libertinaje los que deberían avergonzarse, los que deben arrepentirse y venir al trono de gracia para el perdón de sus pecados, porque su insensatez absurda los condena a la maldición eterna, pues en sus prácticas, están arrastrando a miles de almas al infierno con ellos.
En cuanto a aquellos que siguen a estas personas, y se dejan engañar, siendo atraídos por estas prácticas demoníacas, debo advertirles que abran los ojos.
La Biblia es categóricamente clara "No tendrás dioses ajenos delante de mí. No te hagas ningún ídolo en forma de cualquier cosa arriba en el cielo o abajo en la tierra o en las aguas abajo". (Éxodo 20:3-4).
Y Dios dijo en Ezequiel 6:9b; Se acordarán de cómo sufrí por culpa de su corazón adúltero, y de cómo se apartaron de mí y se fueron tras sus ídolos malolientes. ¡Sentirán asco de ellos mismos por todas las maldades que hicieron y por sus obras repugnantes!
La idolatría de cualquier tipo es una práctica pagana, la cual fue introducida en la iglesia por los católicos, una práctica en cuyo ejercicio el mundo se regocija. El mundo necesita la salvación y nos corresponde a nosotros guiarlos al arrepentimiento para el perdón de sus pecados, pero ¿cómo podemos hacerlo si nosotros mismos estamos realizando estas detestables prácticas?
La Biblia nos enseña en 1Corintios 10:7; no sean idólatras, como algunos de ellos, según está escrito: "El pueblo se sentó a comer y beber y se levantó para disfrutar de la juerga pagana".
Creo que aquellos que vivimos en el evangelio de Jesucristo conocemos las consecuencias de serle infiel a Dios, y nos corresponde a nosotros abrir los ojos de aquellos que están involucrados en tales prácticas, o de aquellos que viven en el engaño, creyendo que son salvos, aunque están llevando una vida de pecado.
La Biblia dice en Efesios 5:5, porque de esto pueden estar seguros: que no persona inmoral, impura o codiciosa – esta persona es un idólatra – tendrá herencia en el reino de Cristo y de Dios.
Podría citar cientos de pasajes tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento, que expresan claramente el disgusto con el que Dios ve la idolatría.
Sé salvo, sigue solo al Señor Jesucristo y sus enseñanzas, y no te dejes engañar por las doctrinas de los hombres.
Con mis bendiciones, en el nombre de Jesús. Amén
Rev. José A. Luna
Siervo de Cristo Jesús