Cada persona tiene una historia que contar, y al reflexionar sobre los salmos de David puedo volar a través de la vida de una persona que vivió momentos de paz y de guerra, de juicios, tribulaciones y gloria, un hombre cuya vida fue cuestionada por muchos hombres y retada por muchas circunstancias y quien surgió victorioso en todos los casos, un hombre que tenía grandes debilidades y defectos; deficiencias atadas a su grandeza y a su manera humilde y su fidelidad; un hombre pecador, el cual siempre comprendió su naturaleza y, sin embargo luchó por su redención y se ganó una lugar en el reino glorioso de Dios.
David era un hombre común con una pasión extraordinaria, y esta pasión le llevó por la vida. Y esta perseverancia está en el corazón de muchos hombres y mujeres que hoy caminan imperturbables, decididos a ser los siervos que Dios les ha llamado a ser, decididos a luchar por su lugar al lado del rey de reyes y por la Gloria de Dios.
Sin embargo, la historia nos da constancia de la caída de grandes hombres quienes permitieron que su historia fuese empañada por el mal y la oscuridad y el surgimiento de muchos otros quienes vestidos en la humildad y el amor de Cristo Jesus han traido hermosas sonrisas a nuestro creador.
Supongo que ya has notado que no estoy hablando de la historia que es escrita en la tierra por los hombres, sino de una que es mucho más importante, más trascendental, y la cual no llegamos a contar hasta que el último capítulo ha sido escrito, la cual determina cual será nuestro nuevo hogar cuando la vida en la carne llega a su fin, y nuestra nueva vida comienza.
Siempre he sido un amante de la historia, aunque creo que es injusta, Pues veo como esta trae a la luz la vida del hombre, pero solo de aquellos que, o bien lograron grandes hazañas, o causaron gran dolor, pero la historia de las personas incógnitas, las cuales nunca fueron notadas porque son ‘mediocres, sin importancia’ han desaparecido en los oscuros callejones de tiempo. Sin embargo, entre estas, hay verdaderas historias de amor, pasión, tristeza, sufrimiento, heroísmo, historias que les importa a aquellos que rodeaban a quienes las vivieron, y muchas de los cuales son contadas, a veces con alegría, a veces con orgullo, o con tristeza, de una generación a la siguiente.
Mas en el Reino de los cielos todas las historias son escritas. Y si yo he de ser un escriba, estaría pidiendo sentarme en la mesa donde estas historias son escritas, pues al ver las tantas vidas que me rodean hoy día, comprendo el dolor con el que la tinta dibujará las letras en muchas de esas paginas, y sé que una tristeza abrumadora me acogerá y muchas lágrimas serán derramadas mientras escribo acerca de las innumerabless vidas que se pierden en la oscuridad eterna. Pero también sé que tendré la bendición de escribir muchas palabras de triunfo, de gloria, de alegría y exaltacion, mientras escribo en estas páginas la historia de aquellos hombres y mujeres, que al igual que David, tuvieron debilidades y fracasos, y momentos de tristeza y desesperación , pero que a través de su vida trajeron gloria a Dios y se mantuvieron firmes y decididos contra toda oposición, extendiendo su mano a los enfermos y a los hambrientos, y a aquellos que estan en las cárceles, (Mateo 25:36) y predicando un evangelio limpio, no adulterado, el evangelio de la salvación a través de la sangre del cordero. (Hechos 1:8)
Sé que una labor como ésta sería remuneradora, satisfaciente, llena de emoción y de drama, de risas y alegrías, porque sé que habrá muchos que no llegaran a ver el Reino de los cielos, pero los pocos que lo harán, tendrán una impresionante historia que contar.
Por ahora, solo pido al Señor que me permita seguir siendo su siervo para las naciones, y que me permita continuar viviendo la alegría de ver la vida de los muchos que están siendo rescatados de las garras del infierno y traídos al reino de la luz, pues al hacer esto, puedo ser parte de la historia de muchos que están logrando la mayor victoria que cualquier hombre o mujer pueda alcanzar, la victoria de poder llegar a contar su historia al Cordero de Dios, al Príncipe de Paz, a nuestro señor Jesucristo.
Espero que al leer las letras escritas en esta historia sean ustedes inspirados a re-trazar la dirección de sus propias historias, y estén dispuestos a tomar el camino angosto el camino que conduce a la salvación y al regazo del arquitecto de todas las cosas.
Porque no podemos reescribir nuestro pasado, pero siempre podemos escribir un nuevo final para nuestro futuro!
Rev. José A. Luna
Siervo de Cristo Jesús
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