Existe un gozo, que está por encima de toda condición humana, por encima de toda amargura dolor o lágrima, por encima de todo sufrimiento o miseria, por encima de todo reto humano, por encima del hambre y la necesidad, y muy por encima de nosotros mismos.
Hay un inexpresable gozo, el cual va más allá de nuestro entendimiento, el cual no puede ser impregnado por las maldades o las necesidades del hombre, él es invulnerable al egoísmo, a la envidia y las pasiones carnales, y es sordo a las oposiciones vanas, y a los gritos y las rencillas de aquellos que nos odian.
Hay un gozo inmutable, un gozo inalterable, un gozo que o es tuyo o puedes obtenerlo y el cual no depende de nuestra condición o estado, pues este gozo es sobrenatural y es un regalo.
El gozo del que yo hablo, viene directamente de las arcas mismas del omnipotente, y te es otorgado a ti junto con tu designación de hombre o mujer de Dios. Mas como cualquier otro regalo, no es algo que puedes recibir y meter en un armario, o tirarlo en una esquina a colectar polvo, como todo regalo, no te sirve de nada si no tienes las agallas de abrirlo y activarlo, sin el valor y la determinación de tomar posesión de él y ponerlo en acción es solamente eso, uno más de los tantos regalos de Dios.
Pues este gozo, el cual ya ha sido atado a ti si le has cometido y entregado to vida a cristo, lo encuentras en la adoración que a Él le brindas, en el compartir y el sumergirte en Él, en la conversación, la comunión, la cercanía, en el amor que despliegas por Él. No es algo que alguien pueda robarte, pues es parte intrínseca de esa relación, de esa pasión, de ese deleite que estar en Cristo nos da.
Solamente nosotros podemos robarnos la oportunidad de la maravilla de este gozo, solamente nosotros podemos apagar el fuego que el trae a nuestros corazones. Solamente nosotros con nuestra dejadez, con nuestra frialdad, con nuestra ignorancia o falta de interés podemos decirle a Cristo, No me interesa tu gozo, yo prefiero encontrarlo en otras partes.
Mas Pablo nos dice. Por eso te aconsejo que avives el fuego del don de Dios que está en ti por la imposición de mis manos, porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio. 2 Timoteo 1:6
Porque el reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo. Romanos 14:17
Me mostrarás la senda de la vida; en tu presencia hay plenitud de gozo, delicias a tu diestra para siempre. Salmos 16:11
Este fuego, este gozo, esta aventura divida está a nuestro alcance, y es opción nuestra tomarlo o dejarlo. Mas no acusemos a Dios de nuestras miserias, de nuestras penas de nuestras agonías, no acusemos a Dios de que todo nos sale mal, ni le clamemos a Él por favores especiales, si no somos capaces de abandonar la copia barata de regocijo que aparenta darnos el mundo, si no somos capaces de mirar hacia el cielo y decirle a Dios que no hay nadie más que El, que estamos dispuestos a vivir una vida de abandono y obediencia, de completa devoción y sacrificio.
Pues si somos capaces de esto todo lo que hagamos en lo adelante se convertirá en un gozo, nos gozaremos haciendo las tareas mundanas, nos gozaremos al levantarnos y al acostarnos, nos gozaremos en toda aquella labor que para los demás es pesada, y por encima de todo esto, nos gozaremos en la opulencia o en la escasez, nos gozaremos ante el dolor y en la alegría, nos gozaremos con aquellos que nos aman, y aun ante nuestros enemigos, y las arbitrariedades de la vida; y nuestro gozo será contagioso, y veras como muchos más querrán imitarte y recibir ese gozo que tú vives, ese gozo que va más allá del raciocinio, y de la lógica que trata de imponernos el mundo.
Recibe este gozo hoy, Ven a Cristo Jesús sin importar como te encuentres, y entrégate a Él con abandono.
Pues Él nos dice. Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y hallaréis descanso para vuestras almas, porque mi yugo es fácil y ligera mi carga.
Este es el día de la Salvación, el día en que serás rescatado, rescatada, de todas tus mis-aventuras, de todas tus interrogantes, de todas tus tristezas, de todos tus sinsabores. No porque estos desaparecerán del todo sino porque en el Gozo de Dios, las veras por lo que son, y en Él encontraras nuevas razones, nuevos propósitos, nuevos entendimientos, nuevas sabidurías, porque en Él todas las cosas serán hechas nuevas.
A aquel que es poderoso para guardarnos sin caída y presentarnos sin mancha delante de su gloria con gran gozo, al único y sabio Dios, nuestro Salvador, sea gloria y majestad, imperio y poder, ahora y por todos los siglos. Amén. Judas 1:24-25
José A. Luna
Siervo de Cristo Jesús
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